martes, 24 de abril de 2012

Adios al Sueño de Munich (FC Barcelona 2-2 Chelsea)


Resulta difícil explicar cómo el Barça pudo tirar por la borda una eliminatoria en la que fue infinitamente mejor que su rival. El Chelsea del Camp Nou fue igual que el de la ida en Stamford Bridge. Un equipo rácano, cobarde, ramplón. Indigno de una competición tan grande como esta. Su táctica ultraconservadora le llevó a defenderse con uñas y dientes con todos sus jugadores en el área de Cech. Es increíble cómo, haciendo tan poco, pudo marcar tres goles en 180 minutos. Y los tres al límite del tiempo. El Barça se complicó la vida de mala manera tras el 2-0 y, como ocurrió el sábado ante el Madrid, apenas dos minutos después de haber remontado el 1-0 de Londres, le dio vida a un rival que estaba, literalmente, muerto.

Más que un partido de fútbol, fue como un thriller de suspense. Porque hubo de todo: goles, lesionados, postes, expulsiones, penaltis fallados... y, por encima de todo, emoción. Emoción a raudales. La atmósfera del Camp Nou hacía presagiar una noche mágica, a pesar del mazazo sufrido en la Liga tres días antes en la Liga. Qué ambientazo. La afición empujó al equipo del minuto 1 al 90. Fue, y nunca mejor dicho, el jugador número 12.

Pep Guardiola apostó por sus 'vacas sagradas' para resolver la papeleta más complicada de la temporada. Entre ellas, Gerard Piqué, que recuperó la titularidad tras haberse perdido por decisión táctica los tres últimos partidos. La única sorpresa fue la suplencia de Alves (y no por mucho tiempo), que cedió su sitio a Cuenca para abrir el campo por la derecha.

Y aunque parezca mentira, el guión fue idéntico al de hace una semana en Londres. El Chelsea renunció al balón. Y el Barça tocó y tocó. Atacó y atacó. Y falló una ocasión tras otra. ¿Qué hubiera pasado si, a las primeras de cambio, Messi la hubiera enviado dentro?. Pues que el resultado podía haber sido 5-0. Pero no. Hubo que sufrir. En el 3', Leo estrelló el balón en el lateral de la red después de una magnífica combinación con Alexis. Y en el 19', más de lo mismo. Cech, el mejor -junto a Drogba- de los 'blues', desbarató otro remate del '10' tras un buen pase de tacón de Cesc.

Y eso que al Chelsea se le torcieron las cosas, quedándose sin centrales antes del descanso. El primero en caer fue Cahill, sustituido por Bonsingwa en el 12' al lesionarse en una mala caída. Más adelante se iría Terry, por expulsión. Entre medio, el Barça perdió Piqué. El 3 azulgrana dio el susto de la noche al quedarse conmocionado en un choque fortuito con Valdés. Su imagen en el suelo, sin sentido, puso el corazón en un puño a los culés. Pudo seguir en el campo, pero no aguantó. Guardiola lo cambió por Alves en el 25'.

A todo esto, Alexis, el mejor azulgrana, se partía la cara con todos los defensores ingleses moviéndose por todos los frentes de ataque. Su garra llevaba de cabeza a un Chelsea que no daba tres pases seguidos y que lo fiaba todo a los larguísimos saques de portería de Cech a Drogba. Renunciando por completo al juego. Tal cual. Y aún así, creaba peligro. Drogba sacaba petróleo de todos los 'melones' que le llegaban. En el 24', no marcó de milagro en la primera ocasión 'blue'.

El partido era, literalmente, un frontón. Y tanta insistencia obtuvo -¡por fin!- su merecido premio en el 35'. Alves inició un ataque asistiendo en profundidad para Cuenca, que centró desde la izquierda. Y Busquets, solo a puerta vacía, no perdonó (1-0).

El gol hizo perder los nervios al Chelsea. En especial a su capitán. Terry vio la roja directa en el 36', por dar un rodillazo en la espalda a Alexis sin el balón en juego. Los ingleses se quedaban con diez. Y aún quedaba una hora por delante.

En el 42', el fútbol hacía justicia. Iniesta, el héroe de Stamford Bridge, recibió un pase en profundidad de Messi. Y, solo ante Cech, le superó con un chut raso y ajustadísimo al poste (2-0, 42').

La alegría no duró nada. Igual que ante el Madrid el sábado pasado, igual que hace una semana en Stamford Bridge, el Barça le dio vida a su rival cuando ya estaba muerto. A punto de llegarse al descanso, Lampard se sacó de la chistera una asistencia a Ramires. Y éste sorprendió a Valdés con una vaselina impecable (2-1, 45'). Parecía mentira. Pero así era.

De nada sirvió que el equipo se desviviera en la segunda mitad buscando el tercero una y otra vez, dejándose la piel y poniendo toda la carne en el asador. Por más que atacara, por más que lo hiciera todo, cuando la suerte da la espalda no hay nada que hacer. Porque fue tal cual. Ni siquiera de penalti pudieron de marcar los de Guardiola. En el 47', el árbitro -a instancias de su asistente- señaló pena máxima por una clara zancadilla de Drogba a Cesc en el área. Messi lo envió al larguero.

Hubo ocasiones para batir al rival más mísero que se ha visto en tiempos. iniesta (46'), Alexis (53'), Cuenca (61')... y así sucesivamente. Costaba encontrar huecos ante tan tupida y descarada muralla. Y, cuando los había, Cech lo paraba todo.

En el 81', Alexis marcó, pero el tanto fue anulado por un fuera de juego más que dudoso de Alves al dar el pase previo. Y en el 82', Messi estrelló un balón en el poste. El destino se empeñó en darle la espalda al Barça. No había nada que hacer. Y tan cruel y despiadado fue que, encima, le volvió a golpear en el descuento. Fernando Torres, que había entrado instantes antes por Drogba, sentenció marcando en una contra al adversario al que parece tenerle tomada la medida. 2-2 en el 92' y el sueño se esfumaba. Increíble, cruel, injusto, pero cierto.

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