
Nunca El Salvador había estado tan cerca de una semifinal de  la Copa de Oro. Se quedó a un minuto. Porque un gol en el último minuto,  otra vez, y dos penaltis fallados, uno en el tiempo regular y otro en  la tanda definitiva, sentenciaron la eliminación de la Azul ante Panamá  en una derrota que solo sabe como tal porque significa no seguir en  competencia.
 Solo por eso, porque el regusto que la selección  dejó ayer fue la de un equipo que pudo ser capaz de eliminar a los  canaleros. A ratos atrevida y a ratos precavida, la Azul dejó buenas  sensaciones de cara al trabajo para el futuro, ahora que, eliminados,  toca pensar en las eliminatorias mundialistas.
El apunte más  importante para corregir: la concentración en los últimos minutos. Por  segunda vez, la selección dejó escapar un triunfo en los últimos  segundos. Esta vez no fue Costa Rica, sino Panamá; y no fue un remate  tras un saque de banda, sino un rebote dentro del área. 
Sin importar cómo o por qué, El Salvador  no pudo cerrar el duelo y se vio obligado a jugar otros 30 minutos y  luego una tanda de penaltis donde ya no cuenta quién ha sido mejor, sino  quién patea mejor.
Y desde los 12 pasos, los canaleros fueron  impecables. Nelson Barahona, Luis Rentería, Aníbal Godoy, Amílcar  Henríquez y Luis Tejada vencieron con solvencia a Miguel Montes;  mientras que en la Azul, solo Osael Romero, Rodolfo Zelaya y Andrés  Flores le atinaron a la red.
La sentencia, de todos modos, estaba  escrita desde el principio de la tanda. Dennis Alas falló el primer  remate y su potencia solo encontró dirección hacia el centro, donde  Jaime Penedo tenía sus piernas. Rechazo y todo a favor para los  canaleros. Los restantes penaltis les darían el boleto.
Así, los  dirigidos por Julio Dely Valdés repitieron la historia de la Copa  Centroamericana de febrero pasado: ganaron en los penaltis y cobraron  una nueva venganza ante El Salvador, a dos días de cumplirse tres años de que la Azul los dejara sin posibilidades de ir al mundial Sudáfrica 2010.
Por  más negativas de revancha que digan, en el canal todavía arde esa  eliminación. Solo así se entiende el juego brusco que ofrecieron y que  acabó provocando varias peleas tanto dentro como fuera de la cancha.  Solo así se entiende que Blas Pérez –uno de los que sufrió esa derrota–  se reventara con Luis Anaya –el verdugo de ese juego– al finalizar los  90 minutos y que ambos acabaran expulsados.
Era un juego caliente.  Y el más frío para encontrar el espacio y generar la opción más  peligrosa fue Rudis Corrales, que sintió el hombro de Adolfo Machado y  cayó automáticamente. Penalti.
Tras 20 minutos de tanteo por parte  de ambas selecciones, la Azul tenía la mejor oportunidad para abrir el  duelo. Además, Fito Zelaya estaba parado ante el balón. Pero como todo  parecía bueno, algo tenía que salir mal, y el delantero cuscatleco tocó  suave, abajo, a la izquierda y Penedo solo tuvo que bajar para callar el  grito de gol.
En adelante, la pelota pasó a ser posesión de Panamá. Aunque El Salvador  se defendía bien, los canaleros crearon peligro por la inercia de la  posesión: un remate de Armando Cooper se fue desviado, una chilena de  Blas encontró las manos del “Mudo” y otro par de remates del mismo Blas  también fueron bien controlados. La Azul apostaba al contragolpe, pero  con serias dificultades para poder sorprender cuando ganaba la pelota.
Los  cambios marcarían el devenir de la segunda mitad. Ruben Israel volvió a  hacer una lectura acertada de un partido y sacó a Reynaldo Hernández  –con tarjeta amarilla– para dar paso a Osael Romero. Víctor Turcios bajó  al lateral izquierdo y el dibujo salvadoreño cambió, con Dennis Alas  como único contención y por delante de él, tres volantes y dos  delanteros.
Y con Osael en el centro, El Salvador tomó más  fuerza adelante. Eliseo Quintanilla y Jaime Alas encontraron compañía  para combinaciones. El recurso ya no fue el pelotazo, sino llegar con  balón dominado. Las faltas panameñas no tardaron en aparecer y, por  tanto, las oportunidades, en tiros libres de Cheyo, a las manos de  Penedo; y de Fito, sobre el horizontal.
Panamá ya no tenía tanto  tiempo la pelota. Aún pudo causar peligro con un remate de  Luis Tejada y  un desvío de Steve Purdy que casi acaba en autogol. Sin embargo, la  ventaja sería para El Salvador.
Arturo Álvarez habría  ingresado en lugar de Cheyo y las combinaciones fueron más efectivas.  Con Osael y con Fito, una pared acabó con una zancadilla de Román Torres  al ariete y una nueva oportunidad para la Azul desde los 12 pasos.
Zelaya  se tomó revancha y se hizo justicia. No más intentar toques colocados;  un patadón arriba a la derecha, ahí no la alcanzaría ni la alcanzó  Penedo; y con 78 minutos en el cronómetro, El Salvador estaba a 12 minutos de la semifinal.
Pero  Panamá salió rápido de la sorpresa, y respondió al '81 con un tiro  libre que Montes sacó a tiro de esquina. Era un hecho que restaban nueve  minutos de sufrimiento para alcanzar la semifinal, pero nadie pensó en  repetir una historia como la de ronda de grupos ante Costa Rica.
Pero,  desgraciadamente, así fue como sucedió. La ley del último segundo. Un  gol así fue el que nos quitó un triunfo ante Costa Rica, el que nos dio  diferencia de cero goles contra Cuba y el que nos aseguró el boleto a  cuartos de final. Dos a favor y uno en contra, ayer la pelotita de la  suerte volvió a jugar en contra.
Tras un centro que Dennis Alas  desvió y que bañó a toda la defensa criolla, Blas Pérez probó un tiro  con rosca hacia adentro, “el Mudo” prefirió rechazar al centro en lugar  de buscar sacar a tiro de esquina y todo quedó sentenciado: Luis Tejada  empujó la pelota que, en el aire, pasó la línea de gol y mandó el  partido al alargue.
El tiempo extra fue puro corazón. Tejada y  Rentería asustaron a Montes y Rudis y Purdy hicieron lo propio con  Penedo. La más aflictiva de todas fue la del debutante. Cuando el  árbitro Wálter Quesada ya tenía el silbato en la boca para pitar el  final, Purdy recibió solo ante Penedo y un defensa panameño en el suelo,  pero le pudieron más los nervios y no pudo definir. Todo quedaba para  la suerte.
Y esa, la suerte, definitivamente que no está con El Salvador.  Barahona anotó y Alas falló y la carga ya no fue pareja, porque Panamá  pateaba para aumentar ventaja y acercarse a semis; la Azul lo hacía para  recortar ventaja y seguir con vida.
Pero se le acabaron las  opciones cuando Luis Tejada disparó abajo a la derecha de Montes. Se  quedaron con un boleto a semifinales que El Salvador pudo haber merecido, pero para el que le hizo falta solo romper esa delgada línea que divide el mérito de la suerte. 
Se  acabó el sueño de la Copa de Oro, otra vez atorados en los cuartos de  final. Ahora vuelve el de las eliminatorias mundialistas. El trabajo  parece que va por buen camino. Ahora toca seguir trabajando.
Fuente:www.laprensagrafica.com